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martes, 20 de octubre de 2009

Los Toltecas y el sueño del planeta.


Los toltecas
Hace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur
de México como “mujeres y hombres de conocimiento”. Los
antropólogos han definido a los toltecas como una nación o una
raza, pero de hecho, eran científicos y artistas que formaron una
sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y
las prácticas de sus antepasados. Formaron una comunidad de
maestros (naguales) y estudiantes en Teotihuacán, la ciudad de
las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida
como el lugar en el que “el hombre se convierte en Dios”.
A lo largo de los milenios los naguales se vieron forzados a
esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en
secreto.
La conquista europea, unida a un agresivo mal uso del
poder personal por parte de algunos aprendices, hizo necesario
proteger el conocimiento de aquellos que no estaban
preparados para utilizarlo con buen juicio o que hubieran podido
usarlo mal intencionadamente para obtener un beneficio personal.
Por fortuna, el conocimiento esotérico tolteca fue conservado y
transmitido de una generación a otra por distintos linajes de
naguales. Aunque permaneció oculto en el secreto durante
cientos de años, las antiguas profecías vaticinaban que llegaría
el momento en el que sería necesario devolver la sabiduría a la
gente. Ahora, el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los
Guerreros del Águila, ha sido guiado para divulgar las
poderosas enseñanzas de los toltecas.
El conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de la
verdad de la que parten todas las tradiciones esotéricas
sagradas del mundo. Aunque no es una religión, respeta a
todos los maestros espirituales que han enseñado en la tierra, y
si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como
una manera de vivir que se distingue por su fácil acceso a la
felicidad y el amor.

La domesticación y el sueño del planeta
Lo que ves y escuchas ahora mismo no es más que un sueño.
En este mismo momento estás soñando. Sueñas con el cerebro
despierto.
Soñar es la función principal de la mente, y la mente sueña
veinticuatro horas al día. Sueña cuando el cerebro está
despierto y también cuando está dormido. La diferencia estriba
en que, cuando el cerebro está despierto, hay un marco material
que nos hace percibir las cosas de una forma lineal. Cuando
dormimos no tenemos ese marco, y el sueño tiende a cambiar
constantemente.
Los seres humanos soñamos todo el tiempo. Antes de que
naciésemos, aquellos que nos precedieron crearon un enorme
sueño externo que llamaremos el sueño de la sociedad o el
sueño del planeta. El sueño del planeta es el sueño colectivo
hecho de miles de millones de sueños más pequeños, de
sueños personales que, unidos, crean un sueño de una familia,
un sueño de una comunidad, un sueño de una ciudad, un sueño
de un país, y finalmente, un sueño de toda la humanidad.
El sueño del planeta incluye todas las reglas de la sociedad, sus
creencias, sus leyes, sus religiones, sus diferentes culturas y
mane-ras de ser, sus gobiernos, sus escuelas, sus
acontecimientos sociales y sus celebraciones.
Nacemos con la capacidad de aprender a soñar, y los seres
humanos que nos preceden nos enseñan a soñar de la forma
en que lo hace la sociedad. El sueño externo tiene tantas reglas
que, cuando nace un niño, captamos su atención para introducir
estas reglas en su mente. El sueño externo utiliza a mamá y
papá, la escuela y la religión para enseñarnos a soñar.

Extraído del libro de Miguel Ruiz “ Los cuatro acuerdos” editado por ediciones Urano.

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